domingo, 14 de noviembre de 2010

Se equivocó la paloma, se equivocaba



Este poema del gran Rafael Alberti me viene a la memoria cada vez que el presidente del F.C. Cartagena nos obsequia con alguna de sus `perlas´ y de sus ya excesivos `brindis al sol´. No me negarán que viene como anillo al dedo. El poeta habla de una paloma que una y otra vez se equivoca en su visión de cuanto le rodea, interpretando la realidad en ocasiones de forma opuesta. ¿Les suena? A mí muchísimo, la verdad.

 Aunque se hizo célebre en 1.969, gracias a Juan Manuel Serrat cuando grabó la canción basada en estos versos, Alberti escribió este poema en 1.941. Eran los primeros años del régimen dictatorial de Franco, cuando el poeta se inspiró para publicar su libro Entre el clavel y la espada, al que pertenece este poema. Lo hizo desde el exilio, su ideología política cercana al comunismo le llevó a Buenos Aires. Era un amante de la libertad y no permitía que nada ni nadie le cortara las alas, fueran o no de paloma. En mi opinión, todos deberíamos apuntarnos a eso, aunque haya personajes que se empeñen en tomar decisiones caciquiles y que `el tirar la piedra y esconder la mano´ sea parte de su repertorio.

Siendo sincero tengo que decir que desconozco el motivo por el que al presidente del F.C. Cartagena le apodan cariñosamente (con el mismo afecto lo trata el que suscribe) “El paloma”. He estado tratando de comprobar similitudes entre ambas especies, pero no me ha quedado muy  claro.

Las palomas ya forman parte de nuestra geografía urbana. Una de las razones más poderosas para ello es la debilidad humana por las criaturas que nos parecen indefensas. ¿Quién no ha visto a un admirador de estas aves  lanzando pan seco a las palomas? El otro motivo por el cual las palomas se sienten tan a gusto en las ciudades se debe a los acantilados. La paloma bravía (Columbu livia) apareció en Australia por primera vez hace 25 millones de años, y aún hoy vive feliz en algunos acantilados marinos. ¿Qué tiene que ver eso con las ciudades? La respuesta son los edificios altos, que funcionan como acantilados artificiales para ellas.

Los daños que produce la superpoblación son considerables (y por ello los ayuntamientos se afanan en cazarlas y eliminarlas mientras, paralelamente, sus seguidores se afanan en tirarles pan seco, en una especie de competición entre el control de natalidad y Sodoma y Gomorra). Otro ejemplo, los excrementos. Sólo en EEUU, los daños producidos por estas corrosivas deposiciones se calculan en 1.100 millones de dólares.

Pero dejemos de sacar a relucir sólo los aspectos negativos de las palomas y reflejos algunas de sus prodigiosas características. La visión de sus ojos se aproxima a los 340 grados, y además tienen un enfoque dividido: la mitad superior ve a grandes distancias, y la inferior, detalles de primeros planos. Por eso mueven la cabeza de esa forma tan espasmódica y continua: como no pueden mover los ojos, desplazan la cabeza hacia delante cuando caminan para mantener la estabilidad y no perder el enfoque visual.

Ésta también es la razón de que parezca que muchas palomas sean suicidas. Seguro que todos los que sois conductores lo habéis notado: estáis circulando por una calle y, de repente, os topáis con una o varias palomas. Aunque no reduzcáis la marcha, las palomas parecen no inmutarse, como si les diera igual morir. Y, entonces, en el último segundo, zas, se apartan hábilmente.

La paloma ha sido históricamente considerada como un Símbolo de Paz y entendimiento entre las personas. Esta ave fue domesticada por el ser humano hace ya unos cinco mil años. Fue objeto de adoración en la India y figura mitológica para los Incas. En el siglo XX, tras las guerras que sufrió el mundo, se difundió el dibujo de la paloma blanca como Símbolo Universal de la Paz. Aunque la paloma es Símbolo de la Paz desde los tiempos del “Arca de Noé”, tal como se relata en la Biblia. Los textos sagrados cuentan que después del gran diluvio, Noé mandó a una paloma para que, a través de ella, se pudiera conocer en qué condiciones había quedado la tierra después del terrible suceso que lo obligó a encerrarse en el arca. La paloma regresó trayendo una rama de olivo en el pico, signo de que había árboles que no estaban ya cubiertos por el mar y que por lo tanto ya podían dejar el arca para volver a vivir en tierra firme. La paloma anunció que el peligro había desaparecido.

Tras este repaso por las características más notables de la paloma sigo sin tener claro el porqué de ese alias. Si me dejo llevar por mi intuición, me atrevería a decir que sea más por el rasgo que tienen de “sacar pecho” (de ahí la imposibilidad de mirarse al ombligo, si lo tuvieran), que por ser un símbolo de la paz y entendimiento de las personas. Pero, repito, es sólo una intuición que se basa en que D. Francisco Gómez no entiende de paz, por lo menos en lo que respecta a sus relaciones con la prensa y afición de Cartagena. Algo que no es entendible si tenemos en cuenta que toda la ciudad departamental lo ha tratado de forma exquisita desde que llegó al Cartagena. Es cierto que ha resucitado el fútbol en el Cartagonova, pero eso no le da derecho a ningunear a una gran parte de cartageneros.

El Sr. Gómez ha culpado a la prensa de querer echar al entrenador, de boicotear la campaña de socios, de conspirar contra su club. Pero ahí no queda la cosa, también ha criticado a la afición cuando le ha venido en gana, incluso prohibiendo la entrada en un estadio de propiedad municipal una pancarta. ¿Y qué me dicen de sus amenazas a los seguidores blanquinegros cuando habla de sus deseos migratorios? Tampoco los jugadores han quedado impunes a sus vaciladas. Se atrevió, delante de un centenar de aficionados en la presentación de la campaña de abonados, a asegurar que algunos jugadores se habían vendido al final de la pasada Liga y que eran unos mercenarios. Todo esto aderezado por  sus habituales “sacadas de pecho” como cuando dice que las únicas estrellas del Cartagena son David Buitrago y él.

En fin, que reparte culpas para todos y se gusta cuando hace gala de su impunidad ante cualquiera de las cuestiones, incluidas las publicitarias de sus bodegas. En cualquier organización empresarial, aunque tengo que decir que el Cartagena actual dista mucho de ser una empresa como requiere un club del fútbol profesional, cuando algo no funciona correctamente siempre se culpa al presidente, a la cabeza visible. Aquí no, en el Cartagena los culpables son los periodistas, jugadores y aficionados.

¿Acaso alguien culpó a Paco Gómez de no ascender la temporada pasada después de estar pregonando, en el sentido literal de la palabra, por toda España que el Efesé jugaría al año siguiente en la primera división? ¿Alguien ha culpado al empresario de Jacarilla, con residencia empresarial en Espinardo, de que la campaña de socios la bombardeara él con sus declaraciones? ¿Alguien culpa de que el Sr. Gómez sólo visite Cartagena para asistir a los partidos y a los actos promocionales de sus vinos? No, nadie lo hace. Realmente el trato de todos los estamentos de la ciudad portuaria hacia el presidente del Cartagena es excelente. En cambio, él veta a sus jugadores y entrenador para que no hablen ante los medios, con el perjuicio que conlleva al propio club y a su afición.

Un amigo me dijo una vez que nadie es tan malo como dicen ni tan bueno como aparenta. Eso espero. No me gusta el cariz que está tomando  este asunto. Lo que realmente me preocupa es que al final lo pague el aficionado, como siempre suele pasar en estos casos. Los inversores se marchan llevándose más dinero del que ha invertido en su SAD, los jugadores (mercenarios todos, según algunos) se marcharán a otro club, el entrenador irá de un banquillo a otro buscándose la vida. ¿Qué nos queda? Pues unos aficionados que sienten unos colores y que han demostrado con creces que son lo mejor del club.

Esta situación se debería de resolver para el bien de todos. Y el primer paso lo ha dado la gente de Cartagena, sus medios, solicitando oficialmente una rueda de prensa con el presidente para aclarar varias cuestiones que inquietan a los seguidores del Efesé. Pero, de nuevo me viene a la memoria Alberti y Serrat. "Se equivocó la paloma, se equivocaba". Hasta la fecha la repuesta de Paco Gómez ha sido la siguiente…


No hay comentarios:

Publicar un comentario